Por: Jimmy Andrade Ubilla
Director Ejecutivo BCSD Ecuador – CEMDES

Hay algo innegable: el uso del plástico forma parte de nuestra cotidianeidad, muchas veces sin que seamos del todo conscientes de ello. Gestos tan habituales como lavarse los dientes, hacer uso del vehículo o incluso usar la lavadora, no serían posibles sin la

existencia del plástico.

 

En los últimos años ha surgido una creciente preocupación y toma de conciencia sobre el uso de este material y los residuos que se generan, precisamente, por esa sobreutilización característica de nuestras sociedades y por el impacto derivado en el medioambiente cuando la gestión del residuo plástico no es la correcta.

Esta realidad ha motivado el avance hacia una economía circular para los plásticos, un modelo en el que no preponderase el “usar y tirar” propio de la economía lineal, sino la circularidad de los materiales; sería la llamada “nueva economía de plásticos”.

Para hablar de esta nueva economía es necesario revisar algunos datos importantes que van desde reconocer los plásticos, sus propiedades intrínsecas, impactos sobre el cambio climático, su ciclo de vida, hasta la huella de carbono y su medición. Los plásticos son materiales ampliamente utilizados: entre 1950 y 2017, la producción mundial de plásticos aumentó constantemente a 415,000,000 t / año, de los cuales 64,400,000 t / año se generaron en Europa (PlasticsEurope 2018). Los plásticos se producen principalmente en forma de gránulos, resinas, polvos, fibras sintéticas para textiles y caucho sintético para neumáticos y otras aplicaciones (Boucher et al. 2019b). Las propiedades intrínsecas, como la baja densidad y la alta durabilidad, hacen que los plásticos sean atractivos para diversas aplicaciones cotidianas Los plásticos también tienden a ser vistos favorablemente desde una perspectiva de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) (PlasticsEurope 2009) ya que, por ejemplo, un paquete de plástico liviano a menudo genera menos emisiones de GEI durante su ciclo de vida que un paquete de función equivalente hecho de otros materiales. Además, los materiales termoplásticos pueden reciclarse y reprocesarse fácilmente, lo que los convierte en materiales prometedores en el contexto de una economía circular (Fundación Ellen MacArthur 2017). Sin embargo, algunos plásticos no se mantienen en un circuito circular ni se manejan adecuadamente al final de su vida útil, por lo que potencialmente se abren camino hacia el medio ambiente, un fenómeno que se lo denomina como fuga.

Hoy en día, hablar de problemas ambientales por lo general es hablar del calentamiento global el cual está relacionado con los denominados gases de efecto invernadero (GEI), la cantidad de GEI es lo que se denomina huella de carbono y se expresa como toneladas de CO2 asociadas a eventos, proyectos o a todo el ciclo de vida de un producto, como el plástico.

El ciclo de vida de un producto incluye: la obtención de las materias primas y componentes, la producción, la distribución y el uso de los productos y el fin de vida de los mismos, cuando se transforman en residuos. Esto incluye también todos los transportes de materias primas, los envases empleados con sus procesos de transformación, etc. es decir es un estudio global.

La medición de la huella de carbono de un producto puede implicar una información ambiental del producto (relacionado con el ecoetiquetado) pero sobre todo debe servir para conocer y mejorar las características del mismo.

La reducción de la huella de carbono de un producto plástico está relacionada con una reducción de costes ambientales y de recursos y va asociada entre otros aspectos a: reducción de materias primas, mejora en la eficiencia energética, optimización del transporte, uso de biopolímeros y uso de materiales reciclados, sin perjuicio de otros relacionados con la fabricación y la reducción de residuos, etc.

Cuando hablamos de cambio climático, huella de carbono, ciclo de vida no se puede dejar de hablar de otro aspecto importante como el Ecodiseño el cual es un proceso integrado en el diseño y desarrollo de producto que tiene como objetivo reducir el impacto ambiental de los productos a lo largo de todo su ciclo de vida. El ecodiseño no modifica el proceso básico de diseño y desarrollo de nuevos productos, sino que lo complementa mediante la inclusión de criterios ambientales que deben recibir la misma atención que el resto de aspectos tradicionales de diseño, como la calidad, la seguridad o la estética.

El ecodiseño también aborda la reducción del impacto ambiental de la etapa de obtención de las materias primas y componentes empleados en la fabricación de productos. Consiste en diseñar y desarrollar productos con la mínima cantidad posible de recursos, manteniendo las especificaciones técnicas y de calidad.

Dentro de esta estrategia de ecodiseño, la de reducción del uso de materiales, se pueden distinguir las siguientes acciones para reducir la huella de carbono de los productos: a) Evitar el sobredimensionamiento del producto; b) Disminuir el grosor de la pieza; c) Usar materiales más ligeros; d) Disminuir los tratamientos superficiales del producto:

Para establecer la huella de carbono de una botella de agua desechable se debe analizar los gases emitidos para extraer el petróleo, la energía que se usa para el transporte del petróleo, para el procesamiento en la planta petroquímica que lo convierte en materia prima, para el viaje de la materia prima hasta la fábrica, la fabricación del producto, la distribución del producto, el uso de los consumidores, el transporte del desecho. Y, finalmente, el reciclaje o reutilización. Además, la energía utilizada y el CO2 emitido en todo el proceso de reciclaje.

Bill Bryson concluye en su libro “How bad are bananas?”, que por cada kilogramo de plástico que se fabrica, se liberan 3,5 kilogramos de CO2 a la atmósfera. Si es PET reciclado, entonces se reduce a 1,7 kilogramos de CO2. El peor de todos es el nailon, que, por cada kilo, libera 9,1 kilogramos de CO2.

Según el estudio Impacto de los envases de plástico en el consumo de energía y las emisiones de gases invernadero a lo largo del ciclo de vida en Europa” (denkstatt – Sustainable Energy Europe – Plastics Europe) si los envases de plástico se sustituyeran por otros materiales:

  • la masa correspondiente a los envases aumentaría en un factor de 3,6 de media,
  • la demanda de energía a lo largo del ciclo de vida aumentaría en un factor de 2,2 o 1.240 millones de GJ al año, lo que equivale a 27 millones de toneladas de crudo en 106 grandes petroleros o comparable a la calefacción de 20 millones de hogares,
  • las emisiones de GEI aumentarían en un factor de 2,7 o 61 millones de toneladas de equivalentes de CO2 por año, lo que sería comparable a 21 millones de coches en la carretera o equivalente a las emisiones de CO2 de Dinamarca.

Las principales razones de estos resultados son:

  • Los envases de plástico suelen desempeñar la misma función con bastante menos masa de material por unidad funcional. En la mayoría de los casos esto implica menos energía de producción y menos emisiones de GEI por unidad funcional que para la combinación de materiales alternativos.
  • Los beneficios en la fase de utilización (menos pérdidas de alimentos, menos energía para el transporte) también son una contribución importante en el resultado (véanse las figuras expuestas a continuación).
  • Los beneficios netos del reciclaje y la recuperación de envases de plástico suelen ser más elevados que en el caso de los materiales alternativos, porque la mayor parte de los beneficios del reciclaje de materiales alternativos ya se han incluido en los grupos de datos relativos a la producción, en los que se incluyen las correspondientes participaciones de la materia prima reciclada.

Los plásticos que se utilizan hoy en día en el sector del envasado son en su mayoría de material energéticamente muy eficiente. Los plásticos posibilitan soluciones de envasado eficiente con un gran ahorro de recursos, lo que implica a su vez un importante ahorro de energía y emisiones de GEI. Esto se debe a que los envases de plástico permiten reducir en gran manera el consumo de material, lo que a su vez implica menos consumo de energía para la misma unidad funcional. Además, muchos envases de plástico ahorran grandes cantidades de energía y emisiones de GEI durante la fase de utilización. Estos beneficios son especialmente significativos cuando los envases de plástico se pueden utilizar para alargar el tiempo de conservación de los alimentos, lo que implica menos desperdicio de comida. Y, viceversa, la sustitución de los envases de plástico por otros materiales en muchos casos implica un mayor consumo de energía y de emisiones de GEI. Finalmente, el “balance de carbono” para los envases de plástico muestra que los beneficios de uso estimados son al menos cinco veces superiores a las emisiones procedentes de las fases de producción y recuperación.

Aquí hare un alto para comentar a manera de reflexión la necesidad de evitar un bloqueo climático. No sé si ustedes han oído hablar de este tema, A medida que COVID-19 se extendió a principios de este año, los gobiernos introdujeron bloqueos para evitar que una emergencia de salud pública se salga de control. Saben qué, En un futuro próximo, es posible que el mundo deba volver a recurrir a los bloqueos y, esta vez para abordar una emergencia climática. Bajo un “bloqueo climático”, los gobiernos podrían limitar el uso de vehículos privados, prohibirían el consumo de carne roja e impondrían medidas extremas de ahorro de energía, mientras que las empresas de combustibles fósiles tendrían que dejar de perforar. Para evitar ese escenario, debemos reformar nuestras estructuras económicas y hacer el capitalismo de manera diferente.

La crisis climática también es una crisis de salud pública. El calentamiento global hará que el agua potable se degrade y permitirá que prosperen las enfermedades respiratorias relacionadas con la contaminación. Según algunas proyecciones, 3.500 millones de personas en todo el mundo vivirán en un calor insoportable para 2070.

Hoy más que nunca, teniendo en cuenta el contexto actual marcado por la crisis del COVID-19 y por la caída del precio del petróleo y por ende del coste de producción del plástico virgen, es necesario que las empresas tengan incentivos que les hagan apostar por la integración de plásticos reciclados en sus cadenas de valor.

Por lo antes mencionado, quiero hacer mención a lo que hay para las empresas, por un lado, el WBCSD acaba de presentar hace unas semanas su iniciativa “Elevando el nivel del liderazgo empresarial sostenible”, la cual busca elevar, valga la redundancia, el nivel de compromiso empresarial con la sostenibilidad:

  • Fijarse en la ambición de alcanzar cero emisiones netas de gases de efecto invernadero (GEI) a más tardar en 2050 y tenga un plan con base científica para lograrlo.
  • Establecer objetivos ambientales ambiciosos, fundamentados en la ciencia, a corto y mediano plazo que contribuyan a la recuperación de la naturaleza / biodiversidad para 2050.
  • Declarar apoyo a los Principios Rectores de las Naciones Unidas sobre Empresas y Derechos Humanos mediante la implementación de una política para respetar los derechos humanos y un proceso de debida diligencia en materia de derechos humanos.
  • Declarar el apoyo a la inclusión, la igualdad, la diversidad y la eliminación de cualquier forma de discriminación.
  • Operar al más alto nivel de transparencia mediante la divulgación de información material de sostenibilidad en línea con el Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con el Clima (TCFD) y alinear la Gestión de Riesgos Empresariales (ERM) con los riesgos ambientales, sociales y relacionados con la gobernanza (ESG).

Y por otra parte tenemos al Pacto Verde Europeo, el cual declara que el cambio climático y la degradación del medio ambiente son una amenaza existencial a la que se enfrentan Europa y el resto del mundo. El Pacto Verde Europeo busca Transformar la economía de la UE para un futuro sostenible, para este efecto diseñan políticas profundamente transformadoras, que apunten a:

  • Incrementar la ambición climática de la UE para 2030 y 2050
  • Suministro de energía limpia, asequible y segura
  • Movilizar la industria para una economía limpia y circular
  • Construir y renovar de manera eficiente la energía y los recursos
  • Acelerar el cambio hacia la movilidad inteligente y sostenible
  • De la granja a la mesa: diseño de un sistema alimentario justo, saludable y respetuoso con el medio ambiente
  • Preservar y restaurar ecosistemas y biodiversidad
  • Una ambición de contaminación cero para un medio ambiente libre de tóxicos

Por supuesto el tema financiero es clave en el impulso del pacto verde, por lo cual la UE también proporcionará apoyo financiero y asistencia técnica para ayudar a las personas, las empresas y las regiones más afectadas por la transición hacia la economía verde. A esto se le denomina el Mecanismo para una Transición Justa. Y pretende ayudar a movilizar al menos 100.000 millones de euros durante el período 2021-2027 en las regiones más afectadas.

En resumen, tanto la propuesta del WBCSD como la del pacto verde europeo se enfocan en tres desafíos: emergencia climática, desigualdad y pérdida de biodiversidad, definitivamente estos dos frentes, entre otros, ayudaran a establecer las nuevas reglas del juego en la que se necesita una nueva estrategia de crecimiento que transforme el mundo en una economía moderna, eficiente en el uso de los recursos y competitiva.