Por:

Ab. Leonardo Carlos Stagg Peña

Miembro de FIFA

Directora de Comuniación

A lo largo de la historia, el deporte se ha convertido en uno de los fenómenos sociales con mayor arraigo, capacidad de movilización y convocatoria. Es que muchos de nosotros (muchísimos para ser más claro) no podemos considerar al deporte, simplemente, como una actividad, disciplina o entretenimiento, pues  lo consideramos una gran pasión dentro de nuestras vidas; ya sea como practicantes o aficionados. Una pasión realmente maravillosa, que, además de rescatar valores importantes para la sociedad como el juego limpio, la disciplina, el respeto al rival, el espíritu de lucha, es un negocio de dimensiones extraordinarias.   

Quienes nos consideramos amantes o fanáticos del deporte muchas veces hemos hecho cosas inimaginables para disfrutar o vivir anécdotas vinculadas al mismo, como recorrer (mediante cualquier tipo de transportación) miles de kilómetros para ver jugar al equipo con el cual nos identificamos, con el fin de demostrar nuestra fidelidad, para tener la oportunidad de comprarnos los zapatos o indumentaria que utiliza nuestro deportista profesional favorito, confiados de que tendremos un poco de su “magia” al usarlos, o para reunirnos y disfrutar con amigos de un evento deportivo trascendental, como un partido de nuestra selección en el mundial de fútbol, la final de la champions league, el superbowl de la NFL, o un partido de Roger Federer. Todo esto es propio de la pasión deportiva. Pasión que Cecilia Durán, articulista de Forbes México, describe señalando lo siguiente: “Un equipo de fútbol convierte una ciudad desangelada en medio del desierto en un destino turístico, un evento de Fórmula Uno transforma un principado en un lugar vibrante que llena cada cuarto de hotel disponible, un torneo de tenis hace que los aficionado tomen vuelos de más de quince horas de trayectoria con tal de ver un partido, un bar con memorabilia de jugadores y equipos se transforman en un lugar que requiere de meses para hacer una reservación.” Efectivamente, el deporte genera todo lo anteriormente mencionado; involucrando sentimientos, entusiasmo e identidad; siendo lo fundamental la experiencia vivida.

¿Pero qué tan importante puede ser el deporte para la economía?

Tal como señalé, el deporte pasó de ser una simple manifestación social, destinada a la contemplación y práctica de actividades recreativas que buscaban cierto entretenimiento, satisfacción o logro personal, a ser considerado como “un bien, cuya producción, consumo, financiación y gestión responde a criterios de racionalidad económica” (Castellanos García, 2001, pág 181); en pocas palabras, un negocio. Negocio que tiene inmerso el interés de millones de espectadores y consumidores de cualquier tipo de producto o servicio relacionado al mismo.  

Por su parte, la Comisión Europea (2007) expresa lo siguiente: “El deporte es un sector dinámico que crece con rapidez, tiene un impacto macroeconómico infravalorado y puede contribuir a los objetivos de crecimiento y generación de empleo. Puede servir, además, como herramienta para el desarrollo local y regional, la regeneración urbana o el desarrollo rural. El deporte tiene sinergias con la actividad turística y por tanto puede estimular la mejor de las infraestructuras y el establecimiento de nuevas fuentes para financiar las instalaciones deportivas y de ocio.” En este sentido, tomando en consideración que millones de personas consumen el deporte de distintas formas, sea ejerciendo una actividad deportiva o través de la televisión, la radio, publicaciones escritas, internet, comprando artículos de su equipo favorito o asistiendo a eventos o espectáculos deportivos, todas estas áreas son oportunidades para emprender negocios en la industria del deporte. Respecto lo anterior, diversos estudios realizados en Europa apuntan a que la industria del deporte genera entre los 550.000 y los 630.000 millones de euros al año. La agencia Euroamericas Marketing Sport, fija el valor de este sector económico en 580.000 millones de euros anuales, contabilizando sus bienes deportivos, infraestructuras, licencias y eventos que desarrolla. Unas cifras que no paran de crecer y que suponen aproximadamente el uno por ciento del producto interior bruto (PIB) mundial.

Las empresas deportivas, llámese ligas, equipos profesionales o asociaciones deportivas, producen un producto del que se benefician directamente a través de la venta de entradas, publicidad, derechos de transmisión, estacionamientos, venta de camisetas, y derechos comerciales en general; por ejemplo, el diario el Imparcial de España, en un artículo titulado “Los deportes que más dinero generan”, de fecha 21 de abril del presente, detalla que la NFL genera anualmente ingresos por 13.000 millones de dólares, la MLB ingresos por 9.500, y la Premier League 5.300 millones. Pero estos ingresos o grandes negocios generados por este “producto” no son solamente para las empresas deportivas, tomando en consideración que todo lo que gira alrededor del deporte es sujeto a ser explotado, de manera indirecta, como negocio y generar utilidades por otros participantes o empresas de bienes y servicios en el mercado, tales como, las empresas de indumentarias deportivas (como es el caso del gigante Nike, cuyo significado es la diosa de la victoria en griego, que durante el año 2018 tuvo ingresos superiores a los 36.000 millones de dólares), medios de comunicación, agencias deportivas, así como bebidas y complementos alimenticios. A su vez, mediante el “impacto tractor” se benefician otros sectores, como restaurantes, bares, agencias de turismo, medios de comunicación impresos y digitales, libros, videojuegos, coleccionistas, casas de apuestas, etcétera. PricewaterhouseCoopers (PwC) en un estudio de la temporada de liga española 2016/2017, indicó que como consecuencia de la liga de fútbol en dicha temporada, el sector de la restauración, como el alojamiento, los bares, restaurantes y el turismo en España tuvieron ingresos de casi 4.000 millones de euros. Y no podemos dejar de mencionar la magnitud de plazas de trabajo que se generan gracias al deporte; por ejemplo, una de las razones para motivar la reactivación del futbol en Alemania durante la crisis del Covid-19, además de los 4782 millones de euros que mueve por temporada la liga alemana en su primera y segunda división, son los 250.000 puestos de trabajos directos que se generan en dicho país gracias al fútbol. Es decir, el deporte es una industria con capacidad incalculable para generar empleos y extender su propio dinamismo hacia otros sectores de la economía, sean estos emergentes o tradicionales.

Para concluir, podemos expresar que el deporte profesional ha adquirido un papel preponderante en las economías del mundo, sea por el número de practicantes y aficionados, de ligas, competiciones, equipos y deportistas, por la difusión de los deportes o eventos en los medios de comunicación tradicionales y digitales, los millones de puestos de trabajo que genera, los negocios que produce, y la importancia que representa para los países o ciudades, circunstancias tales como la construcción de estadios sostenibles que brinden experiencias extraordinarias a sus usuarios o el impacto económico de un evento deportivo para una ciudad o nación (por ejemplo, en nuestro caso, sería una oportunidad maravillosa que el Estadio Monumental de Guayaquil pueda ser sede de la final de la Copa Libertadores en los próximos años). Y, con las medidas de seguridad pertinentes, estoy convencido que el deporte será un factor y herramienta trascendental para la reactivación económica de ciudades y países afectados por la crisis como consecuencia del COVID-19.