Por: Alisson Armas
Especialista Ambiental CEER
En un mundo donde la sostenibilidad se ha vuelto esencial las empresas y organizaciones vienen adoptando la responsabilidad social y ambiental como un diferenciador competitivo, y, por ende, buscan nuevas estrategias que no sólo reduzcan su huella ecológica, sino que también generen valor a largo plazo. En este sentido, la economía circular se muestra como una de las mejores alternativas ya que considera al residuo como un valioso activo donde es nuevamente incorporado a la cadena de valor, generando así una economía sostenible.
De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico tanto en países desarrollados como en los países en vías de desarrollo, entre el 52 % y el 60 % de las mujeres se encuentran empleadas en los sectores de trabajo mal remunerado, frente a esto la economía circular puede crear un modelo sostenible, integral y justo, siendo fundamental contar con una estructura social, económica y política que promueva la igualdad de género. Esta igualdad proporciona la base necesaria para desarrollar soluciones integrales que aborden los desafíos ambientales y sociales de manera efectiva.
El papel estratégico de la mujer en la economía circular
Las directoras de las empresas influyen positivamente en la innovación medioambiental incluso cuando están en minoría o por debajo de una masa crítica. En particular, el papel de la mujer es necesario en la economía circular ya que se distinguen por adoptar prácticas más ecológicas, desde la inclinación por la compra de productos eco etiquetados hasta la producción de productos reutilizados o reciclados, de esta manera las mujeres evidencian el compromiso al integrarse en distintas fases de las cadenas de valor circulares.
Según un estudio publicado en la revista “Organization Science” en el 2020 se encontró la relación entre la diversidad de género en las juntas directivas y el desempeño ambiental de las empresas, señalando “las empresas con una mayor diversidad de género en las juntas directivas entre 2013 y 2018 tenían un 60%; un 39% y un 46% más de probabilidades de reducir la intensidad del consumo de energía, las emisiones de gases de efecto invernadero y el uso del agua, respectivamente, que las que no lo tenían”.
Los ecosistemas empresariales de impacto social impulsados principalmente por mujeres también reflejan el empoderamiento e influencia, que a través de su poder de consumo, experticia y conocimiento logran implementar procesos de producción más sostenibles en las empresas. La economía circular abre nuevas oportunidades de empleo para las mujeres, promoviendo la igualdad de género como un elemento central para alcanzar el desarrollo sostenible.
Aunque las mujeres tienen una participación relevante en la economía circular, también enfrentan desafíos. Según la ONU en Ecuador existen 20.000 personas dedicadas al reciclaje. En el caso de las ciudades de la sierra, el 70% son mujeres, de las cuales el 90% no accede a un seguro social y su ingreso mensual promedio es de 218 dólares. Particularmente, su labor en la gestión integral de los residuos y su participación en la cadena de valor del reciclaje han sido invisibilizadas. Además, con frecuencia estas mujeres se ven afectadas por desigualdades estructurales en el hogar, el trabajo y en sus respectivas comunidades.
Existe un número reducido de proyectos y emprendimientos de reciclaje liderados por mujeres, a pesar de que las estadísticas mencionan que entre el 60 % y 70 % de las personas dedicadas a reciclar en Ecuador son mujeres. El entorno actual demanda crear conciencia entre los diversos participantes acerca de las desigualdades de género en la gestión de residuos, con el objetivo de lograr una comprensión más profunda de los procesos y de cómo afectan a las personas involucradas en esta actividad. En este contexto la academia y los actores de la sociedad se han sumado a proyectos de reciclaje inclusivos incorporando metodologías de economía circular y conceptos de sostenibilidad en zonas rurales con el fin de crear un empoderamiento a las mujeres que tienen un rol influyente en sus hogares y en la comunidad, estos proyectos inclusivos mejoran la calidad de vida de las familias y potencian las prácticas productivas ancestrales alineadas a los principios de la economía comunitaria y circular.
Lo indicado muestra que aún existen barreras de género y obstáculos que impiden a las mujeres llegar a los más altos cargos y patrones por la discriminación que las mantienen en el último nivel de la escala de empleos, en lo relacionado al reciclaje. No obstante, la contribución de las mujeres a las prácticas circulares y respetuosas con el ambiente no deberían limitarse por situación de discriminación. Las mujeres deben tener un acceso igualitario a las oportunidades que les permitan actuar como líderes del cambio para la circularidad en todos los ámbitos y sectores.