Por: Giuliana Bacigalupo

 Este 29 de agosto, la Cámara de Industrias de Guayaquil conmemora 89 años de vida institucional, un legado que comenzó en medio de tiempos difíciles y que hoy sigue marcando el rumbo del sector productivo del país.

Corría 1936. El mundo se encontraba en tensión, la economía sufría los embates de la inestabilidad y en Ecuador las divisas escaseaban. Sin embargo, en lugar de esperar que la tormenta pasara, un grupo visionario de industriales guayaquileños decidió organizarse. Panaderos, imprenteros, azucareros, piladores… todos unidos por una misma misión: defender su sector y proyectarlo hacia el futuro. Así nació la Cámara de Industrias de Guayaquil, con su directorio provisional constituido el 29 de agosto de aquel año.

Desde su primera reunión en el Malecón Simón Bolívar, en el edificio de la antigua Cámara de Comercio, Minería, Industrias y Agricultura, la organización ha sido testigo y protagonista de la transformación productiva del Ecuador. Con el tiempo, su estructura gremial se consolidó, sumando estatutos, representatividad oficial y un modelo de Grupos Seccionales que dio voz a cada sector, desde el banano hasta el acero.

En casi nueve décadas, la Cámara ha acompañado a las industrias en épocas de bonanza y en tiempos de crisis, demostrando que la unión y la acción colectiva son la mejor herramienta para enfrentar desafíos. Lo que comenzó con papel y tinta se ha convertido en una red viva de más de 30 grupos seccionales, donde cada afiliado encuentra respaldo y representación.

Hoy, a un año de celebrar su 90º aniversario, la Cámara mira hacia atrás con gratitud y hacia adelante con determinación. Casi 90 años de historia no solo son un número: son un testimonio de perseverancia, liderazgo y compromiso con el Ecuador productivo. Y como lo ha demostrado desde 1936, mientras exista industria, habrá futuro.