Por: Miriam Orbea
Directora Ejecutiva de CEER

 

En un mundo cada vez más afectado por la crisis climática, la desigualdad social, la contaminación ambiental y la pérdida acelerada de biodiversidad —lo que las Naciones Unidas han denominado la “triple crisis planetaria”—, las empresas ya no pueden limitarse a cumplir con la normativa o reducir impactos negativos. Hoy, las organizaciones deben adoptar un nuevo paradigma: crear un impacto positivo neto en la sociedad y el planeta, mientras generan valor económico sostenible.

Más allá de “menos malo”: el enfoque Net Positive

En Net Positive, Polman[1] —ex CEO de Unilever— plantea que las empresas deben pasar de simplemente “hacer menos daño” a ser parte activa de la solución a los grandes desafíos globales. Una empresa netamente positiva es aquella que da más de lo que toma, que contribuye a restaurar ecosistemas, reducir inequidades y fortalecer comunidades, a la vez que innova, crece y prospera.

Este enfoque requiere valentía empresarial. Implica repensar los modelos de negocio, comprometerse con un propósito claro, y actuar con coherencia en toda la cadena de valor. También exige que las compañías dejen de ser neutrales ante temas sociales o ambientales, y se conviertan en líderes que influyen en el sistema: en políticas públicas, normas del mercado y cultura empresarial.

 

[1] Net Positive: How Courageous Companies Thrive by Giving More Than They Take – Paul Polman y Andrew Winston, octubre 2021

Una hoja de ruta práctica hacia la sostenibilidad

Pasos concretos que pueden seguir las empresas, de todo tamaño, para integrar la sostenibilidad en las decisiones estratégicas, los procesos operativos y la cultura organizacional incluyen los siguientes:

  • Definir una estrategia basada en materialidad, considerando los temas más relevantes para el negocio y sus grupos de interés.
  • Fortalecer la gobernanza de la sostenibilidad, asignando responsabilidades claras desde la alta dirección hasta los equipos operativos.
  • Transformar la cultura organizacional, fomentando una cultura que valore la sostenibilidad, lo cual requiere de formación comunicación interna, incentivos y ejemplo desde el liderazgo.
  • Gestionar el impacto ambiental, Medir y reducir la huella de carbono, agua, residuos, energía.  Trabajar en la transición hacia la economía circular y uso eficiente de los recursos.
  • Gestionar el impacto social, que incluye condiciones laborales dignas, impacto comunitario positivo, derechos humanos, gestión responsable de la cadena de suministro.
  • Innovar desde el propósito, desarrollando productos y servicios que resuelvan necesidades reales sin comprometer los recursos del futuro.
  • Colaborar más allá de la empresa, formando alianzas con gobiernos, ONGs, academia y comunidades para amplificar el impacto positivo.
  • Medir y reportar el impacto, utilizando estándares reconocidos como GRI o SASB, con transparencia y responsabilidad. 

Buenas prácticas que ya están marcando la diferencia

En la práctica, cada vez más empresas están implementando acciones concretas alineadas con estos principios. Algunos ejemplos incluyen:

  • Energía renovable y eficiencia energética en plantas industriales para reducir huella de carbono. 
  • Programas de abastecimiento responsable, donde se capacita a proveedores en temas sociales y ambientales.
  • Iniciativas de inclusión y equidad, que mejoran la cultura interna y aportan a la cohesión social.
  • Innovación circular, rediseñando productos para que sean reparables, reciclables o biodegradables.
  • Planes de formación interna, donde el personal se convierte en agente del cambio desde sus propias funciones.

Lo que distingue a las empresas verdaderamente sostenibles no es solo lo que hacen, sino cómo y por qué lo hacen. La sostenibilidad no debe ser una estrategia separada, sino una forma coherente de hacer negocios.

Un llamado al liderazgo transformador

La sostenibilidad empresarial ya no es una opción reputacional ni una moda pasajera. Es una responsabilidad y una ventaja competitiva. Las empresas que lideran con propósito, transparencia y colaboración están demostrando que se puede crecer mientras se construye un mundo más justo y resiliente.

Las empresas del futuro no solo deben minimizar el daño, sino ser una fuerza regenerativa para la sociedad y el planeta. El camino está claro, es hora de actuar con estrategia, con impacto y con sentido.