Uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU es el No. 5, que busca lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y niñas. Desde tu experiencia como empresaria, ¿cuál es tu visión sobre este objetivo y cómo contribuyes a su cumplimiento tanto en lo profesional como en lo personal?
Llevo la bandera de la equidad tatuada en la mente y el corazón, convencida de que las mujeres merecemos los mismos espacios y en iguales condiciones que los hombres. La equidad de género no es solo un ideal, es una responsabilidad y un compromiso ineludible que tenemos dentro de la sociedad.
Desde lo profesional, soy una promotora activa de la equidad en cada espacio donde desarrollo mi actividad. Entre mis clientes y colegas, impulso desde algo tan básico como las conversaciones, decisiones y acciones que fomenten la igualdad de oportunidades. Desde un punto de vista normativo instó a cumplir con el Plan de Igualdad y la Ley de Economía Violeta. En los foros que organizo y los comités en los que participo incentivo la equidad y la participación de más mujeres en espacios de toma de decisiones y en roles protagónicos y de liderazgo; incluso lo fomentó en la rotación de perfiles en la vocería que coordino para mis clientes. Como muestra de mi activismo en pro de la equidad de género soy parte de Women in Mining (WIM) organización voluntaria que promueve y potencia el papel de la mujer en industrias históricamente masculinizadas como lo son la minería y el sector energético.
En lo personal, la equidad empieza en casa. Desde mi familia hasta en mis círculos cercanos, fomento desde mi espacio un cambio de mentalidad; en sociedades como la nuestra, donde el machismo ha estado arraigado por generaciones, muchas veces la primera barrera que debemos derribar es la propia percepción que tenemos sobre nuestro rol, posibilidades y lo que merecemos.
Los informes de la ONU son contundentes y aunque se ha avanzado, aún quedan 137 años para cerrar la brecha de género. La igualdad de género (ODS 5) no debería ser una meta distante, sino una tarea diaria que comprometa liderazgo, convicción y acción.

La brecha de género sigue siendo una realidad en distintos sectores, pese a estudios del Fondo Monetario Internacional que señalan que la igualdad de condiciones en el mercado laboral generaría un gran impacto en la productividad y el crecimiento económico global. ¿Cómo promueven en tu empresa la equidad de género y la igualdad de oportunidades laborales?
La brecha de género sigue siendo una realidad, especialmente en sectores dominados por hombres como la minería, energía, tecnología e industrias. Según el FMI, cerrarla podría aumentar el PIB global en un 35%, evidenciando su impacto en la productividad y el desarrollo económico.
Las mujeres aportamos liderazgo, pensamiento estratégico y habilidades interpersonales clave para cualquier organización. La equidad de género no es una concesión, sino un pilar del crecimiento sostenible.
Desde PO Consulting y en mis roles anteriores, he promovido activamente la equidad.
En Repsol YPF España, lideré iniciativas para mujeres en sectores masculinizados. Como Asesora de Comunicación de la Primera Dama, trabajé con gobiernos locales en proyectos de empoderamiento femenino y financiamiento a través de la OIT. Además, mi vínculo con WIM refuerza mi compromiso con las mujeres en minería.
La equidad no es solo justicia, es una estrategia de desarrollo. La transformación real requiere acciones concretas y compromiso.
El liderazgo femenino ha cobrado mayor relevancia en los últimos años, pero aún hay sectores donde la presencia de mujeres en cargos directivos es limitada. ¿Cuáles crees que son las claves para fortalecer el liderazgo de las mujeres en el mundo empresarial?
El liderazgo femenino es un motor de transformación económica y social, pero aún enfrenta barreras en sectores con baja representación en cargos directivos. La diversidad en la toma de decisiones no solo enriquece el negocio, sino que fortalece la sostenibilidad y competitividad empresarial.

Para impulsar este liderazgo, es clave garantizar el acceso de mujeres a espacios estratégicos. La academia debe formar líderes preparadas para asumir responsabilidades, mientras que las organizaciones deben adoptar una cultura inclusiva basada en mentoría, formación y conciliación laboral, más allá de cuotas simbólicas.
La articulación entre sector público y privado puede fortalecer marcos normativos y programas que faciliten financiamiento, redes de apoyo y acceso a espacios de decisión.
Más allá de las estructuras, el cambio real requiere acción. Las mujeres en liderazgo tenemos la responsabilidad de abrir puertas, compartir conocimiento y respaldar a quienes vienen detrás, con visión empresarial y enfoque humano.
¿Qué acciones consideras esenciales para derribar las barreras que impiden el crecimiento profesional de las mujeres y fomentar su desarrollo?
Derribar las barreras que limitan el crecimiento profesional de las mujeres requiere acciones concretas y sostenibles. La educación es clave, pero también lo es el compromiso del sector privado y la articulación con el Estado. No bastan discursos; se necesitan estrategias medibles.
Es fundamental impulsar programas de capacitación que preparen a más mujeres para ocupar posiciones estratégicas, cerrando o reduciendo la brecha en sectores con baja participación femenina. Las empresas deben ir más allá de políticas simbólicas y crear estructuras que promuevan el liderazgo con mentoría, promoción por mérito y ambientes laborales sin sesgos.
También es crucial incentivar a las empresas que fomentan la equidad, facilitar financiamiento para emprendedoras y fortalecer la participación femenina en la toma de decisiones.
La responsabilidad también recae en quienes ya ocupamos espacios de liderazgo. La equidad no se logra con intenciones, sino con decisiones firmes que transformen el entorno profesional de las mujeres.

A lo largo de tu trayectoria, ¿cuáles consideras que han sido tus logros más significativos como empresaria y líder?
Mi trayectoria ha estado marcada por una convicción: “Las mujeres somos protagonistas estelares de la transformación y motores de la misma.” Desde mis inicios en la Presidencia de la República del Ecuador, comprendí el valor del servicio y el impacto del liderazgo femenino, inspirada por María Isabel Baquerizo de Noboa como modelo y ejemplo.
A lo largo de mi carrera, he desarrollado estrategias de comunicación que han trascendido. En Repsol YPF España, gestioné hitos comunicacionales de valor internacional; en Correos del Ecuador, impulsé productos inéditos que aún perduran. En el sector público, aposté por la cooperación internacional en el Ministerio de Energía y Minas, conectando a Ecuador con el mundo, y lideré proyectos con mujeres rurales desde Conquito. Diversos roles que me han permitido trabajar con equipos multidisciplinarios por un bien común.
Más allá de los logros, creo en el poder de la sororidad. He visto cómo la conexión genuina entre mujeres líderes convierte desafíos en oportunidades y construye un liderazgo que trasciende.
Hoy, como emprendedora y consultora en PO Consulting, sigo apostando por la colaboración, la innovación y el impacto. Porque cuando las mujeres nos unimos, no solo avanzamos, sino que transformamos el mundo.