En el transcurso de ésta, mi última intervención en una Sesión Solemne de la Cámara de Industrias de Guayaquil, quisiera que se cuestionen donde visibilizan su mejor momento: ¿en el pasado, en el presente o en el futuro?
Para ayudarlos a esbozar una respuesta, comparto cifras de la pandemia:
- Entre marzo y septiembre 2020, registramos caída en ventas por $27.000’;
- 701.000 plazas menos de empleo adecuado y 310.000 personas más sin seguridad social entre Sept. 2019 y Sept. 2020;
- 186.000 personas contagiadas con COVID 19 y 13.000 personas fallecidas;
- La economía de nuestro país con una perspectiva de contracción del 11% en este año.
No vemos en la región ni en el resto del mundo una situación diferente,
En este entorno hemos luchado una guerra tan devastadora en sus efectos que además mostró en llaga viva nuestras falencias más profundas, como la corrupción y la desunión.
A la vez que conmemorábamos nuestro Bicentenario de Independencia, muchos afiliados de nuestro gremio caían como fortalezas que este cruel enemigo iba conquistando, recordándonos que cada día debemos defender aguerridamente aquello en lo que creemos.
Así, desde el inicio de la pandemia, nuestra industria comprometida, saca a relucir nuevamente lo mejor de sí. Los industriales de esta ciudad deciden, sin dudar, entregarse a los más necesitados y lo demuestran con sus acciones. Las causas solidarias de multiples actores se complementan, conscientes de que no pueden ser ajenos a lo que sucede en su entorno, más aún por la proximidad de un proceso electoral.
La industria de Guayaquil entiende que el futuro del país requiere de ella, que su impacto económico y social perdura en el tiempo; sabe que el cortísimo plazo pasará, y que debe concentrarse en el mediano y largo plazo, para lo cual busca sostener las plazas de empleo que ha generado con tanto esfuerzo. Acepta la situación actual como una oportunidad para ser mejor, reinventarse con innovación, resiliencia y creatividad, competencias que le ayudarán a enfrentar la nueva realidad, superar las debilidades estructurales de la sociedad y que, en colaboración público-privada, garanticen la recuperación del Ecuador.
No me atrevería a decir que será fácil, pero sí que valdrá la pena el esfuerzo. Que seguiremos avanzando incluso cuando sintamos que nos faltan fuerzas, porque la vida siempre nos pondrá obstáculos, pero los límites son nuestros. Por eso aspiro fervientemente que en su respuesta a mi pregunta inicial, hayan escogido el presente, porque no hay mejor momento que éste para lograr el anhelado cambio que necesitan los que han perdido la esperanza.
PALABRAS DE CIERRE
Imaginemos volver a la niñez, viajar con nuestros padres a la playa en una época donde todavía no hay electricidad; y, que luego de cenar, se acuestan sobre la arena a mirar el cielo. Imaginemos, o recordemos, cómo nos sentiríamos frente a este sobrecogedor universo mientras advertirmos que cuando la noche es más oscura más resaltan las estrellas.
Pasan los años, la luz ilumina la noche, dejamos de mirar al cielo y sólo vemos lo que nos encadelilla en la tierra.
Este año todos hemos vivido muy profundamente la oscuridad pero, a los tiempos, hemos visto a las estrellas brillar con una intensidad que jamás imaginamos – o recordamos -Sí, seguramente hemos pasado por los momentos más sombríos de nuestra vida, pero también de los más luminosos, solidarios, generosos y resilientes. La pandemia ha sido una gran lupa que nos ha permitido ver muchas cosas buenas, que han estado con nosotros desde siempre y, hoy somos más conscientes de que contamos con ellas para ser mejores empresarios, mejores industriales, mejores empleadores, mejores personas. Para resurgir mantengamos fresca esta experiencia. Que todo lo vivido sirva para iniciar optimistas una nueva etapa, un nuevo recorrido que nos transforme, que nos haga realmente diferentes. Nuestro gran reto de cambio empieza hoy, para que llegue un nuevo y prometedor amanecer para todos.