Por María Isabel Salvatierra
Una vez más llegó marzo, cuya fecha más relevante es el día 8, el Día de la Mujer. Lejos de entrar en la “polémica” de que, si se trata de un día de celebración, o de conmemoración, lo cierto es que es un muy buen motivo para hablar sobre cosas importantes y principalmente sobre la igualdad de oportunidades para las mujeres.
Tampoco quiero entrar en la polémica de hombres versus mujeres. No se trata de ser rivales. Somos un complemento en todo sentido: en la empresa, en la familia, en la crianza y educación de los hijos, en la vida, y en la sociedad.
Quiero hablar de los múltiples valores de las mujeres, por ejemplo, la valentía de todas, porque, aunque seamos muy pocas las que podamos estar actualmente en posiciones gerenciales en empresas, tomando decisiones en el sector público, o liderando proyectos sociales de gran impacto, todas hemos transitado este mundo donde las oportunidades pueden ser escazas por el hecho de ser mujer, y mucho peor aún en el caso de nacer en un segmento socioeconómico menos favorecido.
De la mano de la valentía, está la maternidad. Quienes hemos decido ser madres, tenemos un trabajo de tiempo completo (literalmente las 24 horas del día los 7 días de la semana), sin momentos de descanso ni vacaciones, sin la posibilidad ni mucho menos el deseo de renunciar. Todo eso mientras procuramos estudiar y avanzar en aspectos profesionales. Mención de honor además a las madres solteras y/o que no reciben algún tipo de apoyo en la delicada labor de criar hijos.
Esto nos lleva a una gran verdad, y sin ánimos de victimizarme, debo admitir que es difícil ser mujer a cualquier edad. Es difícil ser mujer a los diez, a los veinte, a los treinta, a los cuarenta, a los cincuenta, a los sesenta, etcétera. Es difícil desarrollar nuestras ideas y cumplir nuestros sueños en una sociedad machista.
Es incómodo hablar de estos temas, pero hay que hacerlo, ya no debemos callar. Coincido cuando dicen que no es cierto que calladitas nos vemos más bonitas, de hecho, calladitas no nos vemos. Hay que alzar nuestra voz. Hay que darnos a notar. Desde siempre fuimos relegadas a actividades estrictamente domésticas que, si bien es cierto, no tienen nada de malo en sí mismas, este no debió ser nunca el único camino disponible para las mujeres. Consecuencias: la sociedad perdió incalculable talento y las mujeres perdieron oportunidades.
Como dijo Virginia Woolf: “En muchas ocasiones históricas, ‘Anónimo’ fue una mujer”. Es que las mujeres, al ser ignoradas, pasaban a ser prácticamente invisibles, incluso si fuese el caso de mujeres destacadas en algún campo del arte, eran prácticamente ocultadas, condenadas al anonimato, porque el reconocimiento no podía permitírseles. Era imposible pensar que existiese alguna forma de autorrealización femenina en alguna actividad que no sea el ser ama de casa. Las mujeres que rompieron esos paradigmas lo tuvieron muy complicado.
Por eso no me gustan estas polémicas que suelo ver en redes sociales. No son de ayuda estos conflictos mujeres versus mujeres. No nos ataquemos entre nosotras por pensar diferentes. Ya tenemos una balanza tan desequilibrada, que lo ideal sería que la sororidad sea absoluta. No olvidar que juntas somos imparables. Juntas podemos construir un futuro menos desigual.
Pero también es cierto que todas las personas podemos poner de nuestra parte para poner fin a esta problemática. Señores: padres, esposos, hermanos, hijos, etc., sean empáticos, ayuden a las mujeres de su entorno. El apoyo y el amor de la familia es fundamental para que nosotras podamos llegar hacia un mejor destino. Somos imperfectas, pero si trabajamos mucho, y en equipo, lo lograremos.
En anteriores ocasiones he escrito resaltando la labor que realizan varias de las mujeres más destacadas del país en diferentes campos, y que sin duda son referentes y fuentes de inspiración para sus hijos, para la niñez ecuatoriana en general, y para mí también. Todas tienen en común muchas virtudes, pero sin duda una de las más importantes es no condicionar el género cuando de oportunidades laborales o de ascensos se trata.
El mercado laboral está deteriorado para todos. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), apenas el 33% de la Población Económicamente Activa (PEA) tiene un Empleo Adecuado. Cifra bastante baja. Sin embargo, de acuerdo con un análisis por género de la consultora Exponential Research, resulta que únicamente el 25,7% de las mujeres de la PEA tienen Empleo Adecuado, y que además hay un 20,8% que trabaja sin remuneración (mayormente en actividades domésticas). Esto no es casualidad, es el resultado de las pocas oportunidades, y más grave aún en el sector rural, en donde además escasea el agua.
Debemos hacer algo por las nuevas generaciones, debemos llevar educación. Ya lo dijo Malala Yousafzai, defensora de la educación para la niñez en Pakistán y Premio Nobel de la Paz en 2014: “Existen pocas armas en el mundo tan poderosas como una niña con un libro en la mano”.