Esta noche celebramos con orgullo los 89 años de historia de la Cámara de Industrias de Guayaquil, una institución que ha sido protagonista y testigo del desarrollo industrial de nuestro querido país.
Llegar a este momento y construir este camino no habría sido posible sin la activa participación de ustedes, los empresarios quienes generación tras generación, han encontrado un espacio de representación y agremiación en esta cámara, sin las empresas que se han convertido en verdaderas instituciones y que han mantenido su confianza, su respaldo y su lealtad a nuestro gremio.
Son ustedes quienes han convertido a la Cámara de Industrias de Guayaquil en un pilar de estabilidad y certezas, una institución que crece de manera sostenida a lo largo del tiempo, acompañando al sector productivo aun en los momentos más desafiantes. En cada crisis, en cada cambio de rumbo del país, la cámara ha estado allí, sosteniendo el diálogo, defendiendo las actividades productivas, los principios de libertad de empresa y construyendo confianza.
Desde su fundación, nuestra cámara asumió el compromiso de defender a la industria ecuatoriana, fortalecer su competitividad y construir un entorno donde invertir, producir y generar empleo formal sea posible y sostenible.
A lo largo de casi nueve décadas, la cámara ha evolucionado junto con sus afiliados, ofreciendo servicios que potencian el desempeño de las empresas:
- Representación gremial ante las autoridades locales y nacionales.
- Asesoría técnica, jurídica y económica que permite tomar decisiones con información precisa.
- Espacios de capacitación y actualización permanente.
- Promoción de ferias, foros y misiones internacionales que abren nuevas oportunidades de negocio.
Cada iniciativa responde a un propósito: hacer del sector industrial un motor y un protagonista del desarrollo, la innovación y la estabilidad. Porque estamos conscientes que cuando a las empresas les va bien, al Ecuador le va bien.
Hoy más que en el pasado, el Ecuador necesita empresarios con visión de mediano y largo plazo.
Cuando generar empresa en nuestro país parecería más un deporte extremo, el empresario ecuatoriano se ha convertido, ante todo, en un detector de necesidades, un creador de soluciones y un generador de oportunidades. Es quien transforma -a través del ingenio y la audacia, la escasez en abundancia, la incertidumbre en proyectos y las ideas en empleo.
Cada fábrica que abre sus puertas, cada inversión que se concreta, cada innovación que se lanza al mercado es una declaración de fe en las propias capacidades y en el ecuador. Y a través de cada empresa, hay también miles de trabajadores que con esfuerzo diario hacen posible esa visión.
Por eso, la cámara promueve un modelo de desarrollo que no contrapone capital y trabajo, sino que los concilia en la meta de construir juntos un país más próspero, más justo y de oportunidades para todos.
En este 2025, la cámara ha reafirmado su papel como puente de diálogo y de incidencia entre el sector público y privado.
Hemos sido parte de los encuentros empresariales con el gobierno nacional para plantear reformas concretas en materia de competitividad, buscando menos burocracia, más incentivos a la inversión y un entorno de seguridad jurídica que permita crecer y generar empleo.
Impulsamos espacios que unen a los sectores productivos, a través de proyectos como nuestra tan exitosa Expoindustria, el punto de encuentro más importante para el talento industrial ecuatoriano, y el Ingenia Summit, que estoy seguro los ha inspirado a incorporar tecnología e inteligencia artificial en sus modelos de negocio.
Como parte de nuestra permanente vinculación con la sociedad, seguimos fortaleciendo iniciativas con impacto social como Mangle Inc., que promueve oportunidades para jóvenes en zonas vulnerables y busca fortalecer la seguridad en nuestra ciudad y la reconstrucción del tejido social de Guayaquil.
En esta oportunidad, celebramos este aniversario en un momento decisivo. A tres días de una consulta popular que podría abrir el camino a una Asamblea Constituyente y, por ende, a la redefinición de nuestro contrato social, es decir, nuestra vida en común. Es por ello que, hoy más que nunca, todos debemos preguntarnos ¿qué Ecuador queremos construir?
Desde la Cámara de Industrias de Guayaquil, queremos un Ecuador donde el esfuerzo y el sacrificio se premie, donde producir no sea un riesgo, donde la ley proteja y no entorpezca.
Queremos un Ecuador donde se respete la palabra dada, donde la estabilidad jurídica sea el pilar de la confianza.
Queremos un país que entienda que la inversión no es un privilegio, sino una necesidad para generar empleo digno y sostenible.
Donde la justicia no se doblegue ante intereses, sino que se fundamente en principios.
Donde la creación de fuentes de empleo sea vista como una herramienta para salir de la pobreza y generar mejores condiciones de vida para todos. Como lo dijo en su momento aquel líder español, crear empleo es la mejor política social que puede existir.
Y, sobre todo, queremos un Ecuador que entienda que la inversión no es una dádiva del poder, sino la expresión del ingenio humano que quiere crear valor para sí mismo y para los demás; donde quien arriesga, emprende y crea empleo no tenga que pedir permiso, sino que sea respetado y valorado por hacerlo.
En ese sentido, si el próximo domingo, los ecuatorianos ratifican que el país necesita una nueva constitución, aspiramos a que la renovada carta magna sea corta pero funcional. Más garantías reales que promueva la responsabilidad en vez del paternalismo. Que garantice los derechos esenciales básicos, a la vida, a la libertad, a la seguridad y la propiedad en todas sus formas, bajo la inobjetable afirmación que no puede haber prosperidad sin libertad económica, ni equidad social sin prosperidad.
Porque el futuro no pertenece a quienes buscan controlarlo todo, sino a quienes construyen, crean y producen.
Porque el propósito de toda sociedad que quiere prosperar es el de permitir que cada persona pueda alcanzar su felicidad a través del trabajo honesto, la innovación y el mérito. Que el esfuerzo, la audacia y el sacrificio, sea motivo de reconocimiento.
Porque esa es la verdadera justicia social, aquella que reconoce la dignidad de cada persona y respeta el fruto legítimo de su trabajo y de su esfuerzo.
Desde el sector productivo, debemos impulsar reformas estructurales que garanticen:
- La existencia de un marco jurídico estable y predecible, capaz de brindar seguridad a largo plazo.
- El desarrollo de una política laboral moderna que fomente la formalidad y la productividad.
- Mayor simplificación tributaria y administrativa que incentive la inversión nacional y extranjera.
- La consolidación de una mayor apertura comercial que permita a nuestras industrias competir y crecer.
El empresariado ecuatoriano tiene la madurez, la experiencia y la visión necesarias para contribuir activamente en ese proceso.
No pedimos privilegios, pedimos condiciones justas para trabajar, innovar y seguir aportando al progreso nacional.
No se trata solo de cambiar leyes; se trata de cambiar mentalidades, de superar la lógica del corto plazo y asumir la responsabilidad de construir un estado moderno, eficiente y sostenible, que facilite la creación de empleo productivo.
En cada momento decisivo, la Cámara de Industrias de Guayaquil ha demostrado que la unidad es nuestra mayor fortaleza. La unidad entre sectores, entre generaciones, entre quienes producen y quienes consumen.
Porque solo unidos podremos enfrentar los desafíos de un entorno cambiante: la inseguridad, la incertidumbre política y la competencia global.
Hoy más que nunca, reafirmamos que el Ecuador que queremos no se construye desde la división, sino desde la cooperación y el diálogo.
Los empresarios y los trabajadores, las universidades, el estado y la sociedad civil, todos tenemos un rol que cumplir.
Para terminar, deseo agradecerles una vez más a nuestros afiliados, por creer en esta institución. Gracias por mantener viva la confianza, el respaldo y la lealtad que han permitido que este gremio llegue a los casi noventa años con la misma energía y propósito que en sus orígenes. Un especial reconocimiento al equipo de la cámara quienes con su esfuerzo diario viabilizan los resultados que he expuesto y por esta maravillosa velada que han preparado para nosotros.
Y a las nuevas generaciones de empresarios, los invitamos a continuar este legado con creatividad, ética y compromiso. El futuro no se hereda, se construye con valentía y con visión.
Rumbo a nuestros noventa años, reafirmamos nuestro compromiso con el Ecuador que queremos: un ecuador productivo, inclusivo, competitivo y próspero; un Ecuador donde la industria siga siendo sinónimo de esperanza, progreso y desarrollo humano.