Distinguidos lectores:
Hace algunos años, aunque no tantos para ser olvidados, las mujeres tenían sus derechos políticos, económicos e incluso los académicos bastante limitados y es impresionante lo mucho que esto ha cambiado.
Una de las historias que más me gusta en este aspecto es la de Matilde Hidalgo de Procel, quien fue la primera mujer en ejercer su legítimo derecho al voto, marcando un hito en nuestra historia nacional y latinoamericana.
Su historia me parece importante recalcarla porque a pesar de que la Constitución de 1897 no mostraba restricción alguna en cuanto a género para ejercer el derecho al sufragio, tuvieron que pasar cerca de 30 años para que alguien como ella apareciera en la esfera pública, tomara la decisión de enfrentarse a los paradigmas de su época y pudiera conseguir esta victoria para las mujeres en 1924.
Este suceso debería dejarnos al menos dos mensajes. El primero, que las mujeres han tenido que luchar para conseguir los mismos derechos que a los hombres les han sido dados y el segundo, que no siempre la batalla es legal, que a veces las oportunidades están allí a la espera de que mujeres valientes y aguerridas estén dispuestas a tomarlas.
¿Es injusto que las mujeres incluso hoy en día tengan que seguir demostrando su valía? Lo es, pero como veremos en esta revista cada vez son más y cada vez nos queda más claro como sociedad que son lo que siempre han sido, un pilar fundamental para el crecimiento y desarrollo de nuestro país.