Estimados afiliados,

La igualdad es un concepto complicado porque dependiendo del contexto en el que lo utilicemos puede tener diferentes connotaciones, por ejemplo, hay quienes abogan por una igualdad material que implica que todos tengamos lo mismo sin importar ninguna otra consideración y, por otro lado, hay quienes abogan por una igualdad política que implica que todos tenemos la misma dignidad, por lo tanto, los mismos derechos y obligaciones.

Sin embargo, más allá del concepto de igualdad con el que sintamos mayor afinidad, hay ciertas realidades que debemos aceptar y que se mencionan en el transcurso de la revista. Hombres y mujeres enfrentamos retos diferentes, que van más allá de lo puramente social o cultural, debido a aspectos tan íntimos como la constitución de nuestros cuerpos y los fenómenos biológicos que se desarrollan en cada uno.

En el ámbito laboral, como empleadores, conocer y aceptar estas diferencias es una herramienta útil para que sepamos cómo ajustar nuestras operaciones, diseñar nuestros puestos de trabajo y cambiar ciertos paradigmas que nos permitan aprovechar de una mejor manera las capacidades de todos nuestros colaboradores. Como analistas, líderes de opinión y hacedores de políticas públicas es necesario y urgente aceptarlas para ajustar, por ejemplo, las normativas laborales y permitir una mayor flexibilización que permita una mayor participación de la mujer y de todas aquellas personas que tienen que combinar diferentes aspectos de sus vidas como los estudios y el cuidado del hogar.

Por último, creo que es importante recalcar que más allá de nuestras diferencias siempre habrá algo que nos une y por lo que vale la pena trabajar siempre juntos, ese deseo por vivir en un país pacífico, próspero y con oportunidades para todos.