Por: Rodrigo Jordán
Consultor en comunicación política, catedrático e investigador de posgrado en la Universidad Andina Simón Bolívar.

 

Aunque casi nadie se dé cuenta, Ecuador camina hacia un nuevo estallido social, incluso, de mayores dimensiones que el de octubre del 2019; ya que, como nunca antes, hoy se combinan cinco factores críticos, que nunca han estado juntos.

 Estos cinco factores son: 

  1. Una gravísima desconfianza de la ciudadanía en las principales instituciones democráticas y sus líderes políticos.
  2. Persistencia de índices crónicos e insostenibles de desempleo adecuado e informalidad postpandemia.
  3. Un incremento alarmante de la pobreza y la pobreza extrema en el sector rural, que casi nadie conoce.
  4. El registro de altos índices de inflación nunca antes vistos desde el 2015.
  5. Y una sensación intolerable de inseguridad ciudadana y delincuencia a escala nacional.

  • Para comenzar, el Ecuador del 2022 es un país, en el que la ciudadanía considera al Estado como su peor enemigo. Así, solo 2 de cada 10 ecuatorianos confía en la probidad de sus jueces y en la labor de la Asamblea Nacional. Únicamente 3 de cada 10 ciudadanos creen que es aceptable el trabajo de la Fiscalía General de Estado, la Corte Constitucional, el Consejo de la Judicatura, el Consejo Nacional Electoral y la Contraloría General del Estado, según estudios de Click Report, Cedatos y Eureka.

  • Por otro lado, el INEC ha ratificado que, si bien el desempleo ha retrocedido un poco a inicios del 2022, apenas 3 de cada 10 personas de la población económicamente activa tiene un empleo adecuado; y aquellos que tienen un empleo -adecuado o no- casi el 55% está la informalidad. Esto significa que solo 2,7 millones de ecuatorianos, es decir, el 15% de la población, tiene una ocupación con salario mínimo, jornada laboral y seguridad social.

  • Un elemento -quizá mucho más alarmante que los anteriores- es que el mismo INEC ha revelado, sin mayor interés, que la verdadera crisis está en el sector rural del país, en el que viven casi siete millones de personas. En la ruralidad, hasta diciembre del 2021, la pobreza casi alcanza los 45 puntos porcentuales y la pobreza extrema el 20%. Sí, leyó bien, a 45% y a 20%.
  • La inflación, de su parte, también se encamina a afectar más y más el poder adquisitivo de la población, dados los inusuales índices a los que ha llegado en el 2022 (nunca vistos desde el 2015). En marzo del 2022, según el INEC, la inflación llegó al 2,64%, cuando en marzo del 2021, 2020, 2019, 2018 y 2017 fue de apenas -0,83%, 0,18, -0,21%, -0,21 y 0,94%, respectivamente. ¿Tendremos a final del año un inflación de uno o dos dígitos?

  • La inseguridad y la delincuencia también han llegado a índices alarmantes. De acuerdo con el Ministro del Interior, Patricio Carrillo, en lo que va del 2022 (es decir, en apenas 3 meses y 20 días), ya se superó el número de muertes violentas registradas en todo el 2021. Carrillo informó que desde el pasado 1 de enero hasta el 19 de abril del 2022, ya se han registrado 1.180 fallecimientos por delincuencia y sicariato. Si la tendencia sigue así, terminaremos el año duplicando la cantidad de muertes violentas con relación al 2021, más de 4.000.

  • Con esa radiografía, no es tan complejo vaticinar un Ecuador de altísimo riesgo para el 2022 y 2023, en el que las familias, cada día más, están presionadas a sobrevivir en medio de un país demasiado asfixiante, hostil y sin oportunidades: ¿Hasta cuándo soportarán los más afectados?

  • La perversa combinación de estos cinco factores hace que resulte esencial que los líderes del Ecuador caminen hacia su propio Pacto de la Moncloa o Concertación, porque -si no lo hacen- el fantasma de la desestabilización democrática y la desintegración social volverá como en el periodo de 1996 al 2007.