Por: Leonard Quinde
Analista Técnico CIG

 

El pasado 9 de enero se conmemoró un aniversario más de la dolarización en el Ecuador, un tema que generó un gran flujo de información en los medios de comunicación y las redes sociales, con mitos y verdades circulando ampliamente.

Hay reconocer que el proceso de la dolarización puede ser confuso debido a que se implementó en un contexto de profunda crisis. Esto ha sido utilizado por ciertos activistas y políticos como una especie de rememoración del “pecado original” de esta política pública. Sin embargo, dicha narrativa carece de sustento. Un informe elaborado por el Banco Central del Ecuador, titulado La Economía Ecuatoriana en 1999, detalla los principales factores que desencadenaron o agravaron la crisis de aquel año, aportando claridad sobre las raíces de los problemas económicos que se enfrentaban en la época, tales como: el Fenómeno de El Niño, la inestabilidad política, un entorno internacional adverso, un incremento masivo en la emisión monetaria, déficit del sector público no financiero del 4.7% del PIB que derivó en un deterioro de la confianza y cierre de líneas de crédito internacional agravado por la caída en volúmenes y precios de productos de exportación como petróleo y camarón.

Estos factores provocaron una caída del 35,5% en la formación bruta de capital fijo y una inflación que superó el 60%. Esto, a su vez, rompió la cadena de pagos y agravó la crisis del sistema financiero, la cual se intentó contener mediante el congelamiento de depósitos. Sin embargo, esta medida no hizo más que aumentar la incertidumbre económica y social de la época.

Es importante destacar que estos eventos ocurrieron en 1999 y en años anteriores, no en el año 2000, cuando se implementó la dolarización en Ecuador. Es más, desde entonces, esta política se ha convertido en una de las pocas fuentes de certeza y estabilidad para el país. 

El dólar ha sido nuestra moneda durante 25 años, consolidándose como una de las políticas públicas más duraderas en nuestra historia. Ni nuestras Constituciones han durado tanto tiempo. Sin embargo, no solo es relevante destacar su longevidad, sino también su éxito, que la posiciona como la política pública más efectiva en Ecuador. 

Es fundamental recordar que una política pública no debe ser evaluada por sus intenciones, sino por los resultados que logra, y estos deben alinearse con los objetivos planteados en el momento de su implementación.

Por ende, para medir el éxito de la dolarización, es necesario considerar las funciones esenciales que debe cumplir una moneda, entre las cuales se encuentran:

  • Medio de pago: la aceptación de una moneda debe ser generalizada para que pueda permitir los intercambios de bienes y servicios.
  • Unidad de cuenta: la moneda debe servir como unidad de medida y permitir expresar y comparar correctamente el precio de los bienes y servicios.
  • Depósito de valor: la moneda debe funcionar como un activo que permita mantener la riqueza, es decir, que permita ahorrar, invertir, otorgar o pedir créditos y préstamos.

El dólar no solo es una moneda de amplia aceptación en Ecuador, sino también a nivel global, lo que lo convierte en un medio de intercambio altamente efectivo tanto dentro como fuera del país. En los últimos 20 años, nos ha proporcionado una de las tasas de inflación más bajas de la región, consolidándose como una unidad de cuenta confiable y un depósito de valor sólido. En este sentido, el dólar ha cumplido con creces las exigencias fundamentales para una moneda, e incluso como medio de intercambio supera ampliamente a otras de la región.

Gracias al dólar tenemos unas cuantas preocupaciones menos. Sin embargo, aún quedan muchos problemas por resolver, como la crisis de seguridad, el desempleo, la baja productividad, entre otros. Estos desafíos deben abordarse mediante la implementación de otras políticas públicas. Por ejemplo, aún están pendientes reformas que debieron haberse llevado a cabo junto con el proceso de dolarización, como fomentar una mayor integración financiera y comercial con el mundo, reformar el sistema de pensiones para transitar de un modelo de reparto a uno de capitalización individual, establecer límites al gasto público que eviten déficits recurrentes y crisis de deuda, y promover una mayor participación del sector privado en todos los sectores económicos, incluidos los estratégicos.

Aunque el dólar constituye una base sólida para el desarrollo de nuestras actividades económicas, todavía queda un largo camino por recorrer para convertir a Ecuador en un país verdaderamente competitivo, atractivo para la inversión y generador de riqueza y oportunidades para todos. Dado que nos encontramos en un año electoral, este debe ser un elemento central al analizar las propuestas de los candidatos, ya que estas determinarán cuánto nos acercaremos a ese Ecuador más libre y próspero que tanto anhelamos.