Ing. Glenda Morillo
Especialista Ambiental
CEER

 

La Cumbre de Río, la firma del Acuerdo de París sobre el cambio climático, la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el Acuerdo de Adís Abeba sobre financiación para el desarrollo sostenible han marcado hitos fundamentales en la evolución de la sostenibilidad global. Estos acuerdos no solo han promovido la acción climática, sino que también han sido catalizadores para integrar criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) en el sistema financiero.

Hoy en día, las finanzas sostenibles constituyen un enfoque de inversión que, además de los criterios financieros tradicionales, incorpora factores ambientales, sociales y de gobernanza (conocidos como ESG, por sus siglas en inglés). Su objetivo es fomentar actividades y proyectos que no solo generen beneficios económicos, sino que también sean responsables con el medio ambiente y la sociedad.

En Ecuador, el avance de las finanzas sostenibles comenzó con la firma de los Principios de Ecuador, un marco de gestión de riesgos para proyectos de gran escala financiados por bancos, centrado en minimizar impactos ambientales y sociales negativos.  Posteriormente se reforzó con el apoyo de organismo multilaterales quienes incentivaron a la banca a priorizar la financiación de proyectos sostenibles. Posteriormente, la Codificación de las Normas de la Superintendencia de Bancos estableció la Norma de Control para la Evaluación de Gestión de Riesgos Ambientales y Sociales[1], aplicable a instituciones financieras públicas y privadas, la cual exige que estas evalúen y monitoreen los riesgos ambientales y sociales de los créditos otorgados mediante herramientas de evaluación como el Sistema de Riesgos Ambientales y Sociales (SARAS).

La relación entre el bienestar laboral y las finanzas sostenibles

La violencia y el acoso laboral son violaciones de los derechos humanos fundamentales (regulado por convenios internacionales de la OIT) y, en el ámbito laboral, representan una amenaza directa al bienestar de los empleados. Estas prácticas tóxicas incluyen abuso verbal, acoso psicológico, intimidación, discriminación y agresión física o sexual, entre otras formas. Además del impacto devastador en la vida de los trabajadores, las organizaciones que no abordan estos problemas enfrentan riesgos financieros significativos: menor productividad, altas tasas de rotación, incremento en los costos de salud y posibles sanciones legales.

En este contexto, el componente social de las finanzas sostenibles se ha vuelto central. El concepto ASG (ambiental, social y gobernanza) destaca que las empresas deben gestionar no solo sus impactos ambientales y su gobierno corporativo, sino también el bienestar de sus empleados. Las empresas que promueven ambientes laborales seguros y libres de acoso son más atractivas para los inversionistas, que cada vez más exigen prácticas éticas y sostenibles a la hora de evaluar oportunidades de inversión.

Impactos en la Empresa: Más Allá del Entorno Laboral

Considerando las graves consecuencias de la violencia y el acoso laboral, se identifican varios impactos sobre las empresas:

  • Impactos en el rendimiento financiero: La violencia laboral afecta directamente la productividad y el bienestar de los empleados, lo que puede traducirse en una reducción de la eficiencia y un aumento de costos, tanto por la rotación de personal como por las ausencias relacionadas con el estrés o enfermedades.
  • Impacto en la reputación e interés de los inversionistas: Las empresas que no abordan adecuadamente la violencia laboral suelen recibir bajas calificaciones en términos ESG, lo cual puede dificultar el acceso a créditos.
  • Costos legales y de cumplimiento: La violencia y el acoso laboral pueden derivar en sanciones económicas, litigios costosos y pérdida de permisos para operar, lo cual afecta la estabilidad financiera y la sostenibilidad del negocio.

Por lo tanto, la ausencia de programas de prevención contra la violencia y el acoso laboral afecta tanto los aspectos sociales como financieros de una empresa, disminuye su atractivo para los inversionistas sostenibles, aumenta los costos operativos de cumplimiento y reduce el flujo de ingresos.

La violencia y el acoso laboral no son solo cuestiones de derechos humanos, sino desafíos críticos que las empresas deben abordar para cumplir con los estándares de sostenibilidad global. Al integrar la prevención de estas conductas en la agenda de las finanzas sostenibles, no solo se está protegiendo el bienestar de los empleados, sino también asegurando la estabilidad y competitividad de las organizaciones en el largo plazo.

[1] Norma de Control para la Evaluación y Gestión del Riesgo Ambiental y Social, expedido mediante Resolución No. SB-2022-1212 de 12 de julio de 2022; reformado con Resolución No. SB-2022-1373 de 28 de julio de 2022.