Médico de familia y doctor en medicina  
Líder de la nueva longevidad

  1. ¿Cuál es su visión sobre la transformación social que están experimentando las personas mayores de 50 años y cómo impacta en los diversos aspectos de la sociedad?

Lo que está ocurriendo son dos cosas muy importantes: cambios a nivel cuantitativo y cualitativo. Cuantitativamente las personas están viviendo cada vez más y por otro lado estamos teniendo menos hijos. Hay una transformación de la pirámide poblacional. Al mismo tiempo, desde el punto de vista cualitativo, lo que estamos viendo es que las personas ya no se anclan en la edad cronológica que tienen. Aquí surge una pregunta muy común ¿Los 50 de ahora son los 40 de antes, o si los 60 de ahora son los 50 de antes?. No, ni los 50, 60, 70, 80 de ahora son diez años o quince años los de antes. Son los nuevos 50, los nuevos 60, los nuevos 70.

La nueva longevidad es la forma en la cual las personas están eligiendo vivir. Y esa transformación tiene que ver con un momento fundacional muy importante, porque esto es un fenómeno extremadamente nuevo. No estamos hablando del futuro, no es hablar de lo que se viene, esto es hablar del presente, de algo que ya llegó y que está transformando nuestras sociedades. La transformación nos habla de la creación de algo nuevo, de un momento fundacional, de la necesidad de una nueva cultura que parta de nuevas ideas, de nuevas narrativas. Es lo que hoy conocemos como nueva longevidad.

  1. Como experto en salud y bienestar para adultos mayores, ¿cuáles considera que son los aspectos más críticos que hacen falta para mejorar la calidad de vida de este grupo demográfico?, ¿Hay áreas específicas en las que cree que la sociedad podría mejorar su enfoque?

Uno de los aspectos más críticos para abordar y mejorar la calidad de vida de este grupo demográfico es que los cambios no solo se hacen para ellos, sino que se tienen que hacer con ellos. Escuchar las necesidades de esas personas. Entender que cuando hablamos de las personas de 50, 60, 70 y 80 años, estamos hablando de nosotros mismos, de uno mismo.

Hay un rasgo que va a predominar el día de mañana. Tiene que ver con el hecho de que lo que estamos viviendo es un fenómeno global. Esto está ocurriendo en todas partes del mundo. Está ocurriendo en Asia, está ocurriendo en Europa, está ocurriendo en América Latina, en Norteamérica y en África. Entonces, no es algo que nos afecte solamente a nosotros, sino que es algo que está afectando a todo el mundo.

Hoy, en el caso de Ecuador, específicamente, estamos hablando de un país que está cerca de los 19 millones de habitantes aproximadamente. Sabemos que Ecuador va a seguir aumentando su población, pero no mucho tiempo más. El aumento de la población va a llegar hasta el año 2050 aproximadamente, alrededor de 30 años, muy cerca en términos demográficos, y después va a tender a disminuir. Se calcula que para el año 2100 la población va a estar en 18 millones de habitantes. Pensemos entonces que, desde este momento, en el 2024, a los próximos 75 años, la población en términos cuantitativos va a cambiar poco, pero en términos de distribución, de la segmentación por edades, vamos a encontrar una proporción mucho más grande de personas mayores con una expectativa de vida que también se va a ir incrementando. En el caso de las mujeres, cerca de los 80 años; los hombres siempre un poquito menos. Para el 2100 se espera que las mujeres lleguen a 84 años. Toda esta información que estoy dando, son datos del Instituto de Métrica de la Universidad de Washington, en Estados Unidos, que es un centro de referencia a nivel global.

Las áreas específicas tienen que ver con la urbanización y con el desarrollo de un ecosistema. Involucra el diseño de las ciudades, la política pública, el transporte, la seguridad, la protección social. Dentro de la protección social hablamos de salud, educación, jubilación, pero también necesitamos pensar qué va a pasar en el futuro si la expectativa de vida en un país como como Ecuador está cerca de los 80 años.

La realidad es que no podemos seguir retirándonos a los 65 o a los 60 años. Porque no todas las personas tienen la posibilidad de retirarse formalmente, de tener el beneficio de una jubilación. La mayor parte de las personas mayores viven bajo la línea de pobreza, viven de la caridad o de la ayuda de sus familiares y de alguna transferencia que da el gobierno. Necesitamos modificar esto, pensar en esquemas laborales que integren sus conocimientos, su sabiduría, su experiencia. En el Siglo 21 vivimos en una sociedad del conocimiento, donde la experiencia se valora. Debemos tomar en cuenta que el curso de vida va a tener muchas transiciones. Se va a necesitar de educación continua, de estar permanentemente aprendiendo, porque el mundo está cambiando muy rápido.

Pensemos que las personas mayores de hoy nacieron en un mundo que ya no existe prácticamente, porque se modificó mucho. Nacieron sin televisión, con radio y hoy están hablando de inteligencia artificial. Lo interesante es que nosotros, los que venimos atrás, tenemos que aprender de ellos, valorarlos y pensar en nuestro propio futuro, el de las próximas personas mayores.

3. Ha sido reconocido como una de las personalidades más influyentes en el tema de longevidad. ¿Cuáles son, desde su perspectiva, los más grandes desafíos que enfrentan las personas mayores en la actualidad, y cómo podemos convertir esos desafíos en oportunidades para un envejecimiento más saludable y pleno?

Uno de los desafíos que tenemos es que esas personas mayores de hoy y las que seremos, podemos encontrar un nuevo sentido de vida. Que el cese de nuestras ocupaciones no nos deje con las manos vacías, con tiempo ocioso y sin saber cómo ocuparlo. La búsqueda del sentido de la vida es una búsqueda activa. Tiene que ver con poder pensar, planificar, invertir en nuestro futuro, con el hecho de poder manejar esas transiciones, esos desafíos que tenemos por delante. 

También tenemos desafíos que nos van a impactar como familia. Estoy hablando del cuidado, de la dependencia, del deterioro cognitivo y de la soledad, la falta de 

conectividad, de acompañamiento. Ese es uno de los grandes males que tenemos en este siglo. Por eso hablo de las soluciones que tenemos que buscar dentro del ecosistema. Hoy hay estrategias, actividades, orientadas a que las personas se conecten. Una de esas estrategias es la intergeneracionalidad, que es la posibilidad de mezclar personas de diferentes edades. Hablo fundamentalmente de personas con diferentes conocimientos, experiencias, vivencias. No hablo de la generación como una cuestión numérica, sino de la riqueza, de los valores intangibles que cada uno de nosotros creamos a lo largo de la vida y para los que no hay edad que nos límite para poder transmitirlos.

En esa búsqueda del envejecimiento saludable y pleno, es importante entender que lo que define la calidad de vida, el bienestar de una persona, es la salud. Cuando perdemos la salud, cuando necesitamos que alguien nos ayude y nos acompañe en nuestras actividades diarias en casa, la calidad de vida cae de manera significativa. La salud es lo que nos va a permitir con el paso de los años, poder vivir de una manera independiente, de una manera autónoma, poder participar de la sociedad, de la comunidad y estar incluidos socialmente. Entonces la necesidad de promocionar, buscar, implementar y educar en hábitos de vida saludable, son fundamentales. Es importante resaltar que para introducir hábitos saludables no hay edad. Por ejemplo: una persona que fumó hasta los 70 años, si deja de fumar, disminuye su riesgo cardiovascular en los próximos dos años. Una persona que nunca hizo actividad física y a los 60 años empieza a moverse, al poco tiempo se va a sentir más fuerte, más flexible. Esto es invertir en salud y para invertir en salud, nunca es tarde.

4. ¿Cómo cree que la tecnología puede ayudar a mejorar la vida de los adultos mayores?

La posibilidad de tener independencia en la gestión de nuestra propia salud, poder llevar nuestra historia clínica en aparatos que nos recuerden a qué hora tomar medicamentos o con dispositivos que avisen en caso de tener algún accidente en casa, es una gran ayuda. La tecnología es algo de lo que se habla mucho hoy en día. Combatir la soledad a través del uso de robots, por ejemplo. Quizás los robots son más aceptados en determinadas culturas, como la japonesa o coreana, que son dos ejemplos de países más desarrollados en este tipo de tecnologías. En América Latina es diferente porque hay una limitación económica. El desarrollo de robots cuesta mucho dinero, no están al alcance de todos.

En nuestra cultura el cuidado es básicamente familiar. Necesitamos que la tecnología nos ayude no solo a las personas sino también a las familias. Tenemos que reconocer que la tecnología va a poner sobre la mesa dilemas éticos. Por ejemplo, yo no sé hasta qué punto es correcto colocar una cámara en el baño de mi madre para saber si está segura mientras se ducha, porque voy a estar invadiendo su intimidad. Estos son los temas que tenemos que empezar a discutir.

La realidad es que hoy tenemos que hablar de muchas cosas: el cuidado, la soledad, la dependencia, el deterioro cognitivo, el uso de la tecnología, la muerte digna, etc. porque estamos escuchando con frecuencia que vamos a vivir 100 años. Tenemos que preguntar a las personas si quieren vivir 100 años y de qué forma los quieren vivir.

América Latina se caracteriza por una desigualdad social que ha aumentado en las últimas décadas. Un contexto de pobreza y urbanización que va a desembocar en la formación de minorías que vivirán mucho tiempo sanas, frente a mayorías, que vivirán menos tiempo y enfermas. Es algo que tenemos que discutir tanto desde la política pública, las iniciativas, todo aquello que rodea a la comunidad, como desde el sector privado, las corporaciones, la sociedad civil.

 

5. Como divulgador en salud y bienestar, ha compartido su conocimiento a través de libros. ¿Cómo percibe el impacto de la divulgación en la conciencia pública sobre la importancia de la salud en la edad adulta y cómo puede contribuir a cambios positivos a nivel social?

El tema de los libros es muy interesante porque hoy sabemos que las personas más educadas suelen tener mejor salud, desarrollarse mejor. Los libros me están permitiendo hacer pedagogía de la longevidad. La alfabetización en longevidad y en salud, hace que las personas puedan estar más prevenidas de lo que significa el paso del tiempo, de los cambios que se vienen, de las transiciones que van a vivir y cómo se puede hacer de esa etapa, la más larga e interesante que nos toque vivir.

La pedagogía de la longevidad es algo que tenemos que empezar a hacer desde chicos, en las propias familias, en la escuela primaria, en la escuela secundaria, porque vamos a tener vidas largas en promedio. Hay que prepararse para vivir una vida larga: ahorrar más, educarnos permanentemente, trabajar. Es una tarea pedagógica que hoy hacemos algunos especialistas, pero que tendría que ser parte de la política pública, así como del sector corporativo.

Las personas que forman parte de las empresas tienen que saber que en algún momento dejarán de ser ejecutivos o directores y que para esa etapa nueva que se viene por delante hay que prepararse, planificar el retiro. Tenemos que verlo no como un retiro de cortar toda la actividad y pasar a cero, sino como la transición hacia una nueva etapa que puede ser muy interesante. Las personas, independientemente de la edad que tengan, pueden y desean seguir trabajando. Estamos en la sociedad del conocimiento, no tanto del trabajo físico como era antes, hay oportunidades.