Un visionario multifacético en el mundo empresarial

En el dinámico universo empresarial de Guayaquil, resuena con respeto y admiración el nombre de Oscar Orrantia Vernaza. Recientemente designado como el Mejor Industrial 2024, Oscar ha dejado una huella indeleble en diversas industrias, demostrando un liderazgo excepcional y una visión innovadora. Su trayectoria empresarial es un testimonio de perseverancia, adaptabilidad y éxito.

Tenemos el honor de conversar con Oscar para conocer más sobre su impresionante recorrido, sus experiencias, y las lecciones que ha aprendido a lo largo del camino.

1. ¿Qué significa para usted recibir el reconocimiento como Mejor Industrial 2024?

Es un gran reconocimiento recibir esta distinción de una institución a la que le dediqué muchos años de mi vida, siempre buscando lo mejor para promover el desarrollo del país y; por supuesto, los principios empresariales y gremiales que defiende la Cámara de Industrias de Guayaquil.  Y es doblemente satisfactorio, ya que la Cámara además de ser la pionera de la industria desde mediados del siglo XX, ha sido protagonista de grandes gestas en la historia moderna del Ecuador.

Es también muy significativo para mí que mi padre, Luis Orrantia González haya sido galardonado con la misma presea. Por todas estas razones esta condecoración tiene un lugar muy especial en mi corazón, por eso la quiero compartir con Pilar, mis hijos, nietos, mis padres Rosita, Luis y mis hermanos.

2. Puede compartir con nosotros un poco de su trayectoria empresarial y cómo llegó a ser uno de los principales referentes de la industria.

Me gradué como ingeniero agrícola en el año ´65 con la idea de trabajar en el campo y de hecho así comencé. Trabajé en una hacienda bananera arriba de Quevedo, más adentro de los Vergeles como a 5 horas de Guayaquil. Como era un poco inquieto me compré un tractor que me financió Don Sergio Pérez, y un carro de segunda mano para transportar banano. También sembré arroz junto con mi tío Joaquín Orrantia.

Cuando me casé con Pilar, mi compañera de toda la vida, sembramos banano en 25 hectáreas que nos cedieron sus padres por algún tiempo.

A finales de los años ´60, la situación en el agro estaba muy convulsionada por invasiones promovidas debido a rumores de una reforma agraria. Fue entonces que le pedí a mi padre que me permitiera trabajar en el proyecto de la fábrica de Electrodomésticos Durex. Al principio no le gustó tanto la idea, porque él era accionista minoritario y mi hermano Cristóbal ya iba a comenzar a trabajar como ingeniero mecánico en la parte técnica. Pero, además, porque me decía que yo era agrónomo y que no tenía nada que ver con la industria. Sin embargo, yo me había preparado con muchos cursos de capacitación en el entonces Centro de Ejecutivos, así como a través de la lectura. Cuando le prometí de retirarme si al año no cumplía con sus expectativas, cambió de opinión. Han pasado 55 años de aquel episodio y creo que no lo defraudé.

Trabajar en Durex me permitió desarrollar mis conocimientos y contactos. Así desde muy joven me involucré en muchos campos de la actividad empresarial e instituciones gremiales o de desarrollo. Siempre mi norte fue la creación de empleos y el crecimiento del país.

En los sectores, comerciales, de exportación, industriales y agroindustriales, conjuntamente con varios de mis hermanos creamos y mantenemos algunos negocios que, con prudencia, pero con innovación, responsabilidad social y crecimiento sustentables, están muy vigentes.

Lamentablemente en la crisis del ´82 algunas importantes inversiones industriales que habíamos desarrollado nos vimos en la necesidad de venderlas para poder consolidarnos.

Por alguna razón, alrededor de mis 30 años de edad, me invitaron a formar parte del Directorio de la financiera Ecufinsa S.A. y después también de Amerafin S.A. Seguramente por estos antecedentes y viendo de cerca oportunidades para el desarrollo del país, fui copromotor y cofundador del Banco Bolivariano, por la iniciativa del Ab. Don José Salazar Barragán; así como promotor y fundador, conjuntamente con algunos industriales del cacao, de Finansur S.A. y la posterior fusión con el Banco de Guayaquil.

A la Cámara de Industrias entre en la década de los 80 y desde el principio fui muy activo, participando mucho junto al presidente del momento. Probablemente por eso fui delegado de la Cámara y de la sectorial de Electrodomésticos para defender los principios de libre comercio y todas las trabas que al Ecuador le habían puesto en el Acuerdo de Cartagena firmado en el año 1969 y que la burocracia había firmado sin consultar al sector privado.

Participamos activamente en la creación de algunas leyes como la del COMEXI y reformas a leyes como la de aduanas, tributarias y otras. Mi defensa de los intereses de la Cámara y sus agremiados fue frontal e incansable por encima de toda consideración, hasta finalizar mi periodo como presidente de la Cámara de Industrias en enero del año 1999.

No menos importante es haber tenido el honor y la oportunidad de servir al Ecuador como Embajador ante Francia y el Principado de Mónaco, nombrado por el presidente Guillermo Lasso Mendoza a quien agradezco haber confiado en mí.

Es posible que algunas de estas actuaciones den para pensar generosamente lo que usted indica en su pregunta sobre lo de referente de la industria ecuatoriana.

 3. ¿Cuál ha sido el mayor desafío que ha enfrentado en su carrera y cómo logró superarlo?

Creo que el mayor desafío que tiene un empresario es encontrar un balance adecuado entre la vida familiar y empresarial, sobre todo tratar de brindar un buen ejemplo, para que la familia sea fuerte y de principios morales sólidos. Esto no es nada fácil, pero con la ayuda de Dios y apoyo de Pilar hemos tenido logros. Nuestros Tres hijos son muy responsables y trabajadores.  ¿Qué más puedo aspirar?

Dos grandes desafíos en el plano empresarial: solucionar los tremendos problemas financieros en la que había dejado la antigua administración de Electrodomésticos Durex, y sacar a la misma compañía Durex de un problema laboral inducido por un partido político que tenía como consigna destruir empresas.

De igual manera, la satisfacción que tuve a los dos meses de haber asumido la Dirección de la Honorable Junta de Beneficencia de Guayaquil, de acabar un conflicto laboral con 15 sindicatos muy agresivos en una crisis sin precedentes, y firmar un contrato colectivo en muy buenos términos para ambas partes, pero, sobre todo, haber conseguido una paz y colaboración laboral que lleva casi 20 años.

4. Conociendo su extensa hoja de vida, nos demuestra que es una persona multifacética, ya que ha trabajado en varias industrias y cargos en diferentes sectores. ¿cómo ha gestionado esta diversidad y qué aprendizaje ha obtenido de cada sector?

Les he comentado muchas veces a mis hijos que después de terminar mis estudios superiores y de haberme preparado algo por mi cuenta, mi verdadera instrucción y mi maestría provino de participar activamente en el Concejo Directivo de la Cámara de Industrias, y en toda oportunidad que se presentaba para tratar asuntos de interés gremial o de carácter económico o social de nuestra ciudad y del país.

También mi paso por los Directorios de todas las instituciones financieras en las que participé por muchos años me sirvió como escuela para comprender mucho mejor el mundo empresarial, especialmente las características de cada sector, las situaciones financieras, así como la problemática de producción o ventas.

Creo que todo este cúmulo de experiencia me sirvió para que en un momento u otro me hayan llamado a participar activamente en los directorios de grandes compañías nacionales con base en Guayaquil.

Sin orden de importancia enumero algunas: Ingenio San Carlos, Inversancarlos, Soderal, Holcim Ecuador, Electroquil, Mabe Ecuador.

De todas estas compañías he sacado aprendizaje, pues todas son de primer orden donde las nociones de eficiencia, productividad, innovación, responsabilidad social, ambientales, reputación y mejores prácticas están en el orden del día. Cada una de estas empresas han sido líderes en su sector así que imagínese lo que ellas han aportado a mi crecimiento.

5. Además de su éxito empresarial, sabemos que también se ha destacado por su labor social. ¿Qué proyectos o iniciativas sociales ha liderado?

Seguramente, por herencia de mi abuelo Luis Vernaza y mi padre Luis Orrantia, sentí muy tempranamente mi vocación por lo cívico y por la ayuda a los más necesitados.

Recuerdo algunos proyectos que desarrollamos a través de la Junta Cívica para la modernización de Guayaquil como, por ejemplo, Malecón 2000, la reorganización de la antigua Comisión de Tránsito, y la proyección de la ciudad para el futuro.

Con mucho orgullo también, formé parte de la Comisión Ejecutiva para el estudio y concesión del actual Aeropuerto de Guayaquil que fue un modelo por su costo y por la retribución que recibía la Muy Ilustre Municipalidad de Guayaquil.

Pero definitivamente la oportunidad más grande que he tenido para retribuir a la sociedad lo que me ha dado, fue poder servir desde la Honorable Junta de Beneficencia de Guayaquil a los más necesitados.

Dentro de la Junta y como director, tuve la enorme satisfacción de iniciar grandes proyectos para el bienestar de varios de los sectores más necesitados y sufrientes de nuestra comunidad: el centro UCA para rehabilitación de adicciones, el proyecto de la sección imágenes en el Hospital Luis Vernaza, o el departamento de cirugías cardiacas pediátricas, entre otros. Pero el más emblemático fue la declaración de emergencia de la vieja maternidad Enrique Sotomayor para emprender en el proyecto de un nuevo hospital. Así logramos conseguir casi el 60% del valor total del proyecto en donación de benefactores locales, más el aporte invaluable de Sr. John Paulson. Hoy este proyecto, HOSPITAL ALFREDO PAULSON, ha sido transformado. Hoy, es un modernísimo hospital para atender todas las patologías.

Está muy claro que los éxitos de los proyectos de la Junta de Beneficencia son éxitos de todos los miembros que, de una u otra manera arriman el hombro. En el discurso inaugural del Hospital comencé diciendo “QUERER ES PODER”, y esta frase sirve para todo en la vida.

 6. ¿Podría compartir alguna anécdota memorable de su carrera que haya dejado una huella significativa en usted?

 Dos muy significativas:

Era el año 1965, yo recién llegado de mis estudios, estando en Salinas solo con mi papá, él me dice; “Sabes chino (me llamaba así), como presidente de la Cámara de Comercio me va a tocar luchar por los principios de la Cámara en asuntos arancelarios contra la dictadura militar, yo no sé si a mis empleadores les gustará esta posición pues, tienen todo el derecho resguardar su negocio, pero yo ahora me debo a los afiliados que confiaron en mí. Quiero que lo sepas porque lo único que tengo es mi trabajo, si lo pierdo estaremos en dificultad.”

El asunto terminó después de casi un año cuando cayó la Junta Militar, después de haber sido gravemente herida por la paralización total del Ecuador durante tres días. Los dueños del negocio nunca pusieron en duda el apoyo a mi padre. La gran lección que aprendí de esto fue que: sin importar el cargo de nominación colectiva que desempeñes, siempre deberás cumplir con tus electores y lo que ellos representan.

En 1983 en una reunión con los 12 bancos acreedores extranjeros de Durex en la ciudad de Miami en la que tomarían una decisión sobre la compañía, que se encontraba en una grave situación financiera, me presenté con la frente en alto pues, no había sido responsable por ningún acto financiero, ni administrativo hasta ese momento. Mi posición fue hablarles claramente como un libro abierto y decirles que estaba dispuesto a trabajar para pagarles, sin que me pongan trabas administrativas ni intervenciones, y que solo aceptaría controles de orden financiero (covenants). Después de más de una hora y media alguien se levantó y dijo textualmente, “no matemos nuestra oportunidad y hagamos lo que dice el Sr. Orrantia”. La reunión termino en 5 minutos más, y al cabo de pocos años todas las acreencias fueron pagadas. Hablar claro y con la verdad siempre, siempre paga.